Vivir en Venezuela, desde hace algunos años, se ha vuelto complicado... Quienes nos leen desde algún rincón del mundo posiblemente van re...
SOLIDARIDAD, ESPERANZA BONITA
Vivir en Venezuela, desde hace algunos años, se ha vuelto complicado...
Quienes nos leen desde algún rincón del mundo posiblemente van recibiendo, de manera regadita, noticias que dan cuenta de los diversos problemas que padece el venezolano en su día a día.
El problema de la inseguridad, motivo por el cual han emigrado tantos venezolanos, persiste y se agrava. Al mismo ritmo la grave escasez en alimentos y medicamentos golpea la calidad de vida del ciudadano. El altísimo costo de aquello que logres conseguir en estanterías de mercados o farmacias es para muchos inalcanzable, incomprable.
La vida en un hilo, por enfermedad o por mentes enfermas. Las calles por la que circulan vehículos particulares y unidades de transporte público desbaratan cauchos y trenes delanteros dolarizados. Los canales para informarse cada día más bloqueados, el servicio de internet dificulta el informarte por las redes o la web. Y frente a todo lo anterior, resumen bastante escueto de la Realidad Venezolana, un Estado que no procura soluciones, enfrascado en una guerra política por miedo a perder el poder, aunque el apoyo popular lo haya perdido hace ya algún tiempo.
Pero esta nota para nada pretende sonar pesimista o desesperanzadora. ¡Todo lo contrario!
Y es que, a pesar de las dificultades que todas las familias padecen, sin distinción alguna de clases o simpatías políticas, una atmósfera bonita cubre a esta Venezuela irresponsablemente golpeada por quienes la gobiernan. En cada esquina, en cada hogar, se tenga mucho o poco, se respira Solidaridad.
Estudiantes de educación media diversificada que dedicarán sus vacaciones por la Semana Santa en trabajo voluntario en diferentes campamentos misioneros por todo el territorio nacional. Llevan bolsas de comida, llevan libros, llevan compañía y apoyo a familias de muy escasos recursos. Maestras de escuela que, a pesar de sufrir en hogar propio gravísimas carencias, dedican sus días libres para abrir las puertas de escuelas y alimentar a niños en condición nutricional muy crítica. Amas de casa que se agrupan para preparar sándwiches y sopas que reparten luego en barriadas. Jefes de cocina, Chef de restaurantes que se organizan para brindar ayuda a quienes lloran por comida. Estudiantes Universitarios creando grupos de voluntariado para trasladarse a las áreas rurales y poder prestar atención médico odontológica a población totalmente desatendida. Profesionales que abandonan su ejercicio profesional particular para liderar organizaciones civiles que no solo defienden los derechos humanos sino además trabajan sin descanso procurando donaciones en medicamentos para enfermos en situación crítica.
La solidaridad de Venezolanos a Venezolanos se siente en escuelas, hospitales, a las afueras de una panadería o restaurante.
Es con la Venezuela de este último párrafo con la que deseamos quedarnos, amarrarnos, apoyarnos. Este es el país solidario y unido que merece una mejor realidad, una vida más digna.
La solidaridad es entonces Esperanza Bonita, Unión entre Hermanos, y Respuesta Activa y en Paz de una ciudadanía que pide respeto a la vida y eficiencia en el manejo de sus recursos a ese gobierno que sigue sin procurar. Una respuesta imposible de tapar, de borrar de los corazones así no salga en pantalla; una actitud y un sentimiento que se contagia y que como país debemos resaltar y más nunca olvidar.
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