Adela Encarnación nació en Boconó, pero a los 17 la mandaron sus padres a la ciudad para estudiar lo que deseaba, enfermería. Allí en Mérida conoció a Juan Domingo, el futuro ingeniero y esposo, con quien tuvo 4 muchachos todos ya grandes, todos muy respetuosos. Este es sólo el comienzo del primero de muchos recuerdos que esta abuelita le ha contado, con una memoria intacta, a Luis Francisco Cabezas en una de sus visitas al lugar donde ahora reside, un hogar para ancianos. La razón del por qué vive allí podrían decir algunos que es terquedad. Pero cualquiera que lo piense bien sabe que no es otra cosa que Venezolanidad, arraigo, raíces, sentir no tener edad para nuevos cambios. Y es que los hijos de esta abuela se han ido uno a uno, y cada uno queriendo llevarla consigo y sus maletas. Son ellos descendencia humilde, trabajadora pero de modesta alcancía; la inseguridad y el porvenir de sus hijos, nietos de Doña Adela, los empuja a usar un pasaje rumbo a Canadá, de ida segura y retorno incierto. Y la señora no solo estuvo negada a partir, sino que tampoco aceptaba de ninguno de ellos un cambio de planes por quedarse al lado de quien ya todo ha vivido, incluso el más bello amor, que si bien ya partió, la sigue acompañando en el corazón, y aflora en cada cuento que comparte gracias a su lúcida memoria.
Esta es Adela, esposa, madre y abuela, enfermera por más de 50 años. Pero a su lado está Marta Isabel, una pavita según las demás, porque apenas tiene 65, que llegó hace diez años al hogar de la mano de su hija; ella, y que la buscaría al día siguiente después de ir a una fiesta. De ella no ha sabido más nada. “Será que le salieron cayos de tanto bailar y aún no se ha parado” - le expresa con humor negro la doñita a quien le dispense visita. Detrás de cada abuelito en un hogar de ancianos hay una historia particular, unas absurdas, otras que quizás surjan por ley de vida, pero lo que hoy padecen y viven, en la Venezuela de los “containers” y el campo arruinado, es una injusticia social muy triste, más que triste alarmante. Vaya manera de retribuir a quienes tanto han dado. La pensión del seguro social que reciben se va en tres cajas de “Losartan” (medicamento para la hipertensión). Nuestros viejitos pierden en promedio 1.3 kilos mensuales de peso. No consumen proteína animal, ni siquiera huevos, y algunos han abandonado tratamientos para poder comer. Ni hablar de la odisea que significa hoy ir a cobrar su pensión. A José Olegario, un viejito que vive en el Hogar San José de la Montaña ubicado en Maracaibo, le permiten retirar 15.000 a 20.000 Bs por día. Bajo una temperatura de 46°C marabinos, tiene que andar de agencia en agencia este abuelo para contar con lo suficiente para los remedios.
Convite es una Organización No Gubernamental que nace en el año 2006, mucho antes de que el sistema económico se mostrase, con su baja productividad, altos precios y escasez, como inviable. Jo D’Elia y Luis Francisco Cabezas, Sociólogo y Politólogo respectivamente, buscaban en aquel entonces articular esfuerzos para poder documentar y poder denunciar formalmente carencias y fallas en derechos sociales de los colectivos más vulnerables. Por tanto, la realidad del adulto mayor fue siempre tema de preocupación, pero la gravedad de la situación que viven los abuelos hoy los ha llevado a redoblar esfuerzos y a lanzar advertencias tan serias como que “Venezuela es un país que no está preparado para envejecer”.
Recuerdan que años atrás, en alianza con el gobierno español, capacitaron a 250 mujeres como cuidadoras domiciliarias de adultos mayores. España se preocupaba por la vida de esos abuelos nacidos en su país y que hicieron vida en Venezuela; querían poder contar con personal capacitado, muy humano, que pudiese ir a las casas de estas personas, muchos encamados o incapacitados, a brindarles atención médica y compañía. Más recientemente se dieron a la tarea de crear un directorio de entidades de atención a personas mayores, el cual comienzan listando aquellos existentes en el Distrito Capital y el Estado Miranda pero que ya sueñan y trabajan para volverlo un directorio a nivel nacional. http://directorioatencionpersonasmayores.info.ve/
La Data y visitas a centros durante la elaboración del directorio les hace constatar la precaria situación en la cual viven los ancianos mayores en esas casas de cuidado. Muchas de ellas dependen de la ayuda del Estado o de una Gobernación, y desde hace unos años no les llega o ha mermado. Otras, asociadas a congregaciones religiosas, tienen “alguito” más de ayuda, pero siguen siendo muy preocupantes los “rojos” inventarios en alimentos, medicamentos e insumos para atender a los viejitos que allí residen. Es así como deciden hacer visibles sus canas, sus recuerdos, sus aportes a una sociedad, y comienzan a recaudar fondos promocionando por las redes sociales las etiquetas #HelpElderlyPeople y #SOSVenezuela . Orientada principalmente a esa diáspora generosa que sigue igual de ocupada y preocupada por su gente en Venezuela, pero abiertos a recibir donaciones en bolívares, al igual que especies o insumos.
La respuesta a su campaña ha resultado hermosa y motivadora. Mucha gente ocupada, queriendo ayudar a estos seres hasta ahora “invisibles”. Comenzaron llevando las alegrías (los donativos) a hogares en el Distrito Capital y en Miranda, y concentran abuelitos de la calle en algún lugar cómodo, confortable, para darles comida. El Hogar Madre Teresa de Calcuta en Mamera, El Hogar de los ancianos desamparados de la avenida Sucre de los Dos Caminos, en el Municipio Sucre. Cada llegada de insumos, alimentos y medicamentos es como un niño Jesús con sus regalos para las monjitas y sus huéspedes. Las donaciones desinteresadas de miles de venezolanos en el extranjero, las alianzas con grupos de ellos activados en jornadas de recolección, más aquella recibida de personas en el país, los motivaron a ir más allá: apoyar hogares de atención a personas mayores en otras entidades. El Hogar San Juan de Dios en Mérida, el ya mencionado San José de la Montaña en Maracaibo, el San Vicente de Paúl en Barquisimeto. Y tienen ya en el itinerario visitar Porlamar y Ciudad Bolívar. De la situación de nuestros abuelos en esta localidad se enteraron por un reportaje periodístico de una joven de la región. Ella es ahora embajadora de Convite y realiza toda la planificación para pronto poder llevar ayuda a esos abuelitos. Recientemente recibieron un alerta de una situación muy grave que padecen adultos mayores en Biruaca, en el Estado Apure, y allí está Convite, trabajando y estableciendo alianzas para ver cómo pueden hacer llegar hasta allá la ayuda.
No solamente se activan aportando ayuda inmediata sino que además han estado avocados en la denuncia permanente del incumplimiento al derecho social de esta población vulnerable. El año pasado presentaron por primera vez, en el examen periódico universal de los Derechos Humanos en Ginebra, un informe de la situación de los derechos humanos de las personas mayores en Venezuela.
“Nosotros en el informe recomendamos un Plan Nacional para la Vejez en el país porque evidentemente Venezuela no está preparada para envejecer, es el peor país de Latinoamérica para envejecer, según HelpAge International y el segundo peor de toda América” – nos indica Luis Francisco Cabezas, cofundador y director general de Convite AC.
Son venezolanos, ciudadanos, que aún sueñan y merecen calidad de vida. Son niños con canas que ante una simple galleta esbozan la más hermosa de las sonrisas. Son seres humanos con padecimientos, “chocheras” decimos en criollo, que pueden ser aliviadas al menos durante dos horas de compañía, conversa, alguien a quien contarle mis vivencias y por qué no, alguien a quien lanzarle consejos. Durante cada visita que el equipo de voluntariado les brinda, llevando comida, medicamentos, y compañía, estos abuelos se sienten atendidos, sienten que finalmente alguien se ocupa de ellos sin condición alguna, que se preocupan por saber cómo se sienten y escuchan sus cuentos. Sueñan con ver de vuelta a sus hijos algunos. Otros con poder caminar tranquilos por la plaza. Añoran la recuperación de afectos y de vida confortable.
También son bienvenidos los aportes en especie: pañales, alimentos no perecederos, complementos alimenticios, anti hipertensivos, medicinas varias, artículos de lencería, ropa en buen estado.
El voluntariado, una mano amiga, siempre es bienvenida. Alguien que pueda cortar el cabello de los abuelos, una persona que maquille a estas damas, todavía muy monas, y regalarles así una hora diferente, un serenatero que les invite a cantar.
Otra manera de ayudar es difundiendo lo que hacen en Convite, compartiendo la información con tus vecinos, familiares, empresas, para que visiten nuestras páginas y redes y visibilicen a los abuelos y la ayuda. Para que donen de manera confiada.
El 14 de septiembre de 2017 Felipa Galarraga cumplirá 103 años. Ella reside en una casa en Barlovento. Cuando cumplió 101 años le preguntaron cuál es su secreto de la eterna juventud. Esta fue su respuesta: “no fume, no se trasnoche y coma de todo pero poquito”.
Otro abuelito tocayo, Don Felipe, que reside en la casa de ancianos María Teresa de Calcuta, en Mamera, nos decía: “La vida es como cuando vas en una bicicleta. Te encontrarás subidas, bajadas y rectas pero lo importante es nunca dejar de pedalear”.
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