Eran las 5:00 pm dentro de un vagón caluroso del Metro de Caracas. No había espacio entre los cuerpos que viajaban en el tren y la ...

Los niños prodigio venezolanos que sueñan con ser astronautas




Eran las 5:00 pm dentro de un vagón caluroso del Metro de Caracas. No había espacio entre los cuerpos que viajaban en el tren y la fatiga en Colegio de Ingenieros se percibía en los rostros de la gente. Unos leían, otros escuchaban música y la mayoría, sencillamente, esperaba llegar a su destino.




Pero ese día un niño de 7 años, con una voz aguda y fuerte, les enseñó las capitales de los países de América, Europa y Asia; las tablas de multiplicar y ecuaciones complejas de bachillerato; anatomía del cuerpo humano. Explicó principios básicos de filosofía y también dio una cátedra de astronomía.




“Gracias, que Dios se lo pague, que Dios se lo multiplique”, frase característica del niño Eliú Silva, que quiere convertirse en el primer astronauta venezolano, para lo que trabaja diariamente adquiriendo cada día más conocimientos en todas las áreas académicas. Acaba de empezar tercer grado de educación básica, pero la escuela le ha enseñado poco: su aprendizaje lo ha adquirido junto a su padre.




“Desde que Eliú era muy pequeño, tenía mucha curiosidad por aprender. Cuando comenzó a hablar y a leer sus primeros libros, el niño retenía todo con mucha facilidad”, narró Manuel Felipe Silva, papá de Eliú, en una entrevista para El Nacional Web. 




Manuel, de 58 años de edad, se dedica a la economía informal. Vende caramelos en Sabana Grande y verduras en un puesto ubicado en las adyacencias de la plaza Pérez Bonalde, en Catia. Pero no siempre fue comerciante informal. Cuando joven ingresó a un circo en el que aprendió el arte del entretenimiento realizando trucos de magia y presentaciones como payaso. Viajó por varias ciudades de Europa, en las que aprovechó para estudiar idiomas de manera autodidacta. Estas habilidades las ha transmitido a sus hijos al mezclar el conocimiento con la diversión.


Junto a su esposa, Silva tiene otros hijos además de Eliú: Eliezer (5 años de edad), Maylí (4 años de edad) y una niña de 8 meses de nacida. Todos viven con sus padres en las adyacencias del río Tuy de Santa Teresa (estado Miranda).  Los tres niños mayores manejan los mismos conocimientos y los difunden mientras se trasladan en el Metro ante las preguntas que realice Manuel.




“Nosotros comenzamos a hacerlo en el Metro de manera paulatina y progresiva. Una vez Eliú, cuando estaba más pequeño, iba repasando las tablas de multiplicar y veníamos estudiando también historia de Venezuela. Las personas que estaban cerca comenzaron a escucharlo.  Entonces empezaron a  aplaudir y voluntariamente le dieron propina”, explicó Manuel Silva.




Con el dinero logrado durante ese día, Eliú compró libros para seguir estudiando y, desde ese momento, cuando los niños van al parque o acompañan a Manuel a trabajar, recaudan fondos para adquirir cuadernos, lápices y una que otra muda de ropa. “Es fácil entender que con la venta de verduras en la buhonería no se adquieren grandes ganancias. Obtengo una ganancia que me permite darle de comer a mis hijos, pero no me alcanza, por ejemplo, para comprarle un par de medias, un libro, cuadernos, zapatos”, sentenció.




Las necesidades de futuros astronautas venezolanos




Durante las fuertes lluvias del mes de septiembre, la familia Silva durmió a la intemperie cuando el río Tuy inundó su pequeño hogar, ubicado en el sector El Vizcaíno (municipio Independencia). En su “pequeño ranchito” solo tienen una cama que comparten todos los integrantes de la familia.  Además, dentro de la casa, que mide 5 metros cuadrados, no tienen cocina, televisión ni mesas; el internet es algo desconocido para los niños.


Las tres comidas nunca faltan en la casa de la familia. Silva explicó orgullosamente que en la mañana desayunan plátano maduro crudo tres veces a la semana. “Eso va para los músculos y para la energía”. Manuel realizó una breve pausa y, notoriamente apenado, agregó: “Sinceramente no nos alcanza para comprar proteína animal. Cuando se puede, cada 15 días, consumimos granos. En el almuerzo comemos ñame y otras legumbres o verduras”.


La familia  Silva ha solicitado en reiteradas ocasiones ayuda gubernamental, pero no ha recibido respuestas concretas por parte de las autoridades. En 2016 acudieron al Palacio de Miraflores, específicamente a las oficinas de Atención al Pueblo, y le ofrecieron una beca de 4.000 bolívares mensuales que nunca llegó.

“También hemos ido para varios canales del Estado y no hemos podido pasar de la puerta. Periodistas de TVES nos han invitado al canal y cuando llegamos al sitio no encontramos a la persona. Nos dicen que debemos concertar una cita para poder ser atendidos. Nunca nos dejan pasar”.


Ante todo esto, lo único que quieren Eliú y sus tres hermanos es superarse y poder cumplir sus sueños. Por eso, solamente desean que en algún momento de sus vidas alguna organización privada o gubernamental los pueda ayudar con una beca para sus estudios.  

“No es bueno para Dios ni para la sociedad que ellos vayan a tomar un camino equivocado. Estamos aquí procurando que continúen así: sintiendo amor y placer por el estudio, por el conocimiento y el aprendizaje. Que continúen así porque ellos van a ser astronautas, algo positivo para su futuro”. 

La ética y la moral:

—Manuel: Para llenar la falta de conocimiento, ¿cuáles son las riquezas más valiosas y los valores más fundamentales que debe buscar y retener todo ser humano?

—Eliú: La riqueza del alma, los valores del conocimiento, eso se logra estudiando, estudiando. Yo no vine a este mundo a sentarme a ver cómo funciona, yo vine a hacerlo a funcionar.

—Manuel: Qué hay que hacer ante las cosas malas.

—Eliú: Revisarlo todo, rechazar lo malo y retener lo bueno.

—Manuel: ¿Qué dice la Biblia sobre el dinero?

—Eliú: La Biblia dice que el dinero es el causante de muchos males. Sirve para comprar muchas cosas, pero no debemos amarlo con el corazón.

—Manuel: ¿Qué tan importantes son los niños en la sociedad?

—Eliú: Si se educan los niños hoy, no serán castigados los niños del mañana.

—Manuel: ¿Qué quieres ser tú cuando seas grande?

—Eliú: Astronauta. Porque este planeta es muy pequeño para mis conocimientos.


Tras estas respuestas, Eliú Silva se despidió con la frase que lo caracteriza desde muy pequeño: “Gracias, que Dios se lo pague, que Dios se lo multiplique”.

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