Si tuviésemos que celebrar la vida del Doctor José María Bengoa, definitivamente lo haríamos sentándonos a la mesa para disfrutar de ...

Tres Platos Solidarios: Investigación, Educación y Acción Comunitaria


   Si tuviésemos que celebrar la vida del Doctor José María Bengoa, definitivamente lo haríamos sentándonos a la mesa para disfrutar de una buena comida, muy nutritiva, no sin antes invitar como comensales a esos niños que hoy comen poquito o no comen nada en Venezuela. Porque este Doctor, tan venezolano como vasco,  se preocupó por la nutrición de nuestro futuro, muchos años antes de que la crisis actual golpeara la mesa de tantas familias.

   
Supo agradecerle a Venezuela el haberlo recibido cuando, huyendo de la guerra en España, nos escogió como destino de un exilio. Con apenas tres meses en el país, por allá en 1938, José Mari organizó sus macundales y se instaló como médico rural en la población de Sanare, estado Lara. Probablemente en esos dos días de viaje en autobús nunca imaginó que ese, su primer trabajo en la Venezuela generosa que le daba abrigo, marcaría su carrera como médico y le señalaría el rumbo de una especialización que hoy deja un legado invalorable al país y el mundo entero.  
Tres cosas llamaron la atención del recién graduado al llegar a la población larense y comenzar su trabajo en los caseríos. Los niños, todos ellos, eran bajitos. Pensó en un principio era producto de la genética criolla. Pero además esos niños permanecían quietos, excesivamente tranquilos, durante las horas de recreo. Pensó que era por falta de balones, cuerdas de saltar y otros elementos propios de los juegos infantiles. La explicación de las observaciones anteriores, relacionadas y para nada independientes una de la otra, comenzó a armarla cuando le tocó recibir en el dispensario a niños de 1 y a 3 años con dermatitis similar a las quemaduras, hinchados y una tristeza en la mirada que le partía el alma a este médico solidario, muy humano. Hambre, mucha hambre fue el diagnóstico. Colchonetas para alojar a los niños en peor estado y un tratamiento nutricional con estricto seguimiento fue su proceder inmediato, además de educar a las madres acerca de cómo alimentar a sus hijos sacando provecho de lo que poco que tuviesen en casa.

   Nacía pues el primero Centro de Recuperación Nutricional, práctica imitada y extendida en todo el mundo. Comenzaba Bengoa una carrera social bellísima en el área de nutrición, impulsando años más tarde estrategias a nivel nacional, porque no era Sanare la única población con hambre. Ya como funcionario de la Organización Mundial de la Salud, puso en marcha el Instituto Nacional de Nutrición de Venezuela, además de fundar la Escuela de Nutrición y Dietética y la revista Archivos Venezolanos de Nutrición. Muchos años han pasado de aquella experiencia rural. Bengoa se despidió del plano terrenal en 2010, quizás ya vislumbrando que el hambre se regaría por todo el territorio de esa Venezuela que tanto amó.

   Pero satisfecho debe sentirse al ver su accionar replicado por otras instituciones que no descasan de denunciar la gravísima situación nutricional de nuestros niños, con investigaciones que soportan cada cifra de alerta, y trabajan arduamente en la educación de una población que tiene que hacer magia, literalmente, para garantizar una adecuada nutrición en casa. Y si te inspiras en una obra tan completa y humana como la de este héroe, bien vale la pena hacerle honor y bautizar la organización con su nombre.

   La Fundación Bengoa nace en Caracas, Venezuela, en el año 2000, con el propósito de defender el derecho humano de contar con una alimentación y nutrición saludable, así como educar y brindar herramientas para que todos los venezolanos puedan alimentarse bien, en medio de una crisis de bolsillos mega golpeados. Al igual que Bengoa en su tiempo, científicos e investigadores venezolanos, inquietos por la situación nutricional en el país, toman la iniciativa de agruparse y desarrollar acciones para divulgar y promover la importancia de la nutrición saludable. Se avocan a la investigación, siempre actualizando realidades y cifras, y llevan adelante estrategias para aportar soluciones.

   El trabajo de investigación de la Fundación ha permitido corroborar que en algunas comunidades de Venezuela la pérdida de peso llega a 14 kilos durante 2017, lo cual supera en más de 2 kilos la pérdida de peso que registró la encuesta Encovi para 2016.  Maritza Landaeta, directora de esta organización sin fines de lucro, no descansa en denunciar que la desnutrición, en el país, se ha disparado de manera alarmante, y deben utilizarse los adjetivos adecuados para describir la situación actual: "Alimentación en emergencia humanitaria". La especialista se refiere al plato venezolano como un "plato blanco": no tiene proteína, no tiene vegetales, no tiene colores. El plato de la buena alimentación debe tener colores, porque eso indica un equilibrio de los nutrientes. Eso no se está dando en Venezuela.

   El accionar de la Fundación Bengoa ha permitido la intervención nutricional en escuelas y comunidades evaluando el estado nutricional de sus integrantes, y al mismo tiempo formando a padres, madres, procesadoras, a los niños, para que comprendan la importancia de una buena nutrición; va más allá de estar más flacos o gorditos. Un plato equilibrado de comida, al menos una vez al día, se traduce en salud, en prevención de enfermedades mortales, en energía para el trabajo o el estudio, en alegría para esa mirada tristona que veía Bengoa en cada rostro de los niños. Sus proyectos de nutrición comunitaria han permitido servir platos de comida, y orientación nutricional que surge de la realidad económica de cada población: de lo que disponen más, de lo que pueden llegar a comprar.

   
Estableciendo alianzas con diversas empresas del área de alimentos y salud, han publicado guías gratuitas de acceso libre por la internet (se agrega link al final) y llevado adelante programas puntuales que se traduzcan en un mejor comer cuando los reales no alcanzan y los ingredientes están escasos. Ejemplo de lo anterior es el programa “Mi avena” que, en alianza con una reconocida marca de este ingrediente nutricional, llevó a cabo inicialmente un plan piloto en 13 escuelas públicas del Municipio Zamora (Guarenas-Guaitre), adscritas a la gobernación de Miranda, para ese entonces presidida por Capriles R. Desde entonces han venido dictando infinidad de talleres nutricionales a docentes y madres procesadoras y se han realizado estudios antropométricos a cientos de niños.


  Fundación Bengoa es un espacio excelente para el voluntariado nacional e internacional, y por ello abre sus puertas a profesionales y estudiantes que deseen aportar horas solidarias; sumar esfuerzos a la consecución de su gestión social y de su razón de ser: alcanzar la superación de los innumerables casos de desnutrición y mal nutrición a nivel nacional. Si bien la organización desarrolla actividades para garantizar su sostenibilidad, las donaciones son más que bienvenidas, así como la  incorporación de manos solidarias  siempre aplaudidas y recibidas.

  Un día el Padre Quintana fue a visitar el Centro de Recuperación Nutricional en Sarare y le preguntó a Bengoa cuándo daba de alta a los niños. Su respuesta fue clara y sencilla: “cuando sonrían, Padre, cuando sonrían”. Unamos esfuerzos con la Fundación que lleva el nombre de este héroe social para que cada mañana sonría un niño más, porque una sonrisa es señal de esperanza, de mejor país mañana, de sociedad solidaria y más humana.

Cómo contactar a la Fundación para la Alimentación y Nutrición “José María Bengoa”:
Teléfonos: 0212-2636918 / 0212-2637127
Página WEB: www.fundacionbengoa.org,
E-Mail:  info@fundacionbengoa.org
                               gerencia@fundacionbengoa.com
                               adminsitracion@fundacionbengoa.com
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